En compañía


Astrofotógrafo:
Peter Maasewerd
Características:
https://www.astrobin.com/2xiklg/
Documentalista:
M. Jesús Castellote

Parece una alegoría de estos tiempos desconcertantes que vivimos que la fotografía de las dos últimas entradas se muestre oscura e invite a acercarnos para obtener el detalle y sea precisamente con el alejamiento, como podemos alcanzarlo. Es fácil para la tecnología inducir y convencer a nuestros sentidos incluso de aquello que es contradictorio para ellos.

Y así es como la imagen actual nos permite saborear algunas de las peculiaridades de la región celeste que nos enseña.

Doctora Curiosidad, supongo.

Con independencia de las motivaciones, una vez despierta la curiosidad, se inicia un proceso de búsqueda de información. Estudiando el comportamiento de uso de la Wikipedia, parece que la forma en que encaramos esta búsqueda responde a dos comportamientos distintos (y combinables, por supuesto), a dos modos de ‘descubrimiento’ para satisfacerla. Por un lado se puede manifestar en una conducta ‘cazadora’, con la que se profundiza en un tema moviéndose entre conceptos afines al mismo o, en otra más ‘entromedida’, que saltaría entre conceptos dispares (Lydon-Staley et al., 2021).

Se podría decir que las últimas entradas de este blog responden más a una actitud cazadora que a una entrometida. Pero es que las zonas que se han analizado son, en sí mismas, un reclamo para profundizar en ellas. Insisto pues, una entrada más para ésta de Monoceros. Pero, sin renunciar a la actitud fisgona.

¿Por qué no hablar de ‘rastreo’ en lugar de ‘caza’? ¿es para darle emoción? ¿necesitamos del vocabulario para estimular nuestras emociones o son nuestras emociones las que se activan con determinado vocabulario, en este caso con cierta connotación agresiva?¿un vocabulario de términos violentos propicia una conducta violenta? (no caer en la tentación de creer que es un buen tema para la sobremesa, mejor una buena siesta).

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Volviendo a Monoceros. Hay que alejarse un poco para echar una mirada más amplia al conjunto e intentar comprender lo que se conoce de esta parte del Universo.

En la fotografía de las dos entradas anteriores quedaba fuera de plano el centro de la nube molecular NAME Mon I. Sí podemos señalarlo en la actual. Inauguramos así un recorrido por un conjunto de objetos ‘sutiles’.

Maraña

Estos cinco objetos tendrían naturaleza imprecisa, pero necesaria para el nacimiento de estrellas. Pero ¿qué es lo que los diferencia?

De entrada todo me parece que es materia interestelar, así que distinguirla de nube molecular, región HII y nebulosa galáctica me parece complicado.

El término que parece más genérico es ‘materia interestelar’. La clave pudiera estar en que esa materia interestelar tiende a agruparse en determinadas zonas galácticas: núcleo y brazos espirales (también parece que en una franja muy estrecha del plano galáctico). En determinadas condiciones se transforma en nubes moleculares si alcanza temperatura suficientemente fría y la densidad necesaria para que pueda agruparse y colapsar gravitacionalmente. Una vez desencadenado este proceso, las estrellas nacidas pueden alcanzar temperaturas suficientemente altas como para ionizar (y hacer brillar) el gas que las rodea, son las regiones HII. El tamaño y forma de éstas (sus límites) se determinan por el frente de choque entre la expansión del gas ionizado contra la nube molecular y la presión de la nube molecular que frenará la expansión del gas ionizado.

¿Qué tipo de mecanismo produce el paso desde ‘nube molecular’ a ‘protoestrella’?

Para que se produzca el colapso, previamente, se habrá tenido que producir una fragmentación de la nube. Sin embargo, la nube no es homogénea; se crean dentro de ella concentraciones distintas en forma de glóbulos o filamentos, por ejemplo. Un estudio que trata de explicar esos mecanismos de fragmentación y colapso y si éstos son más fáciles de producirse en la nube entera o en esas zonas más pequeñas, esféricas o filamentosas, es el encabezado por Andy Pon, actualmente desarrollador informático independiente. Este trabajo se extendería en su tesis doctoral que no es accesible gratuitamente. Ambos trabajos se citan en referencias.

Con la curiosidad fisgona relativamente compensada, hay que volver al tema principal.

Quizás (y es mucho atrevimiento por mi parte) la definición ‘objeto de materia interestelar’ tenga que ver con esas zonas más densas y, por tanto, distinguibles dentro de las nubes moleculares. Queda ahí pendiente de mayor precisión.

Por último, está por distinguir qué es una nebulosa galáctica. Parece que la denominación nace para diferenciarla de las nebulosas planetarias que ya vimos que se producían en las estrellas evolucionadas que se iban desprendiendo de sucesivas capas y que le daban ese aspecto parecido a planetas. Parece que tiene más que ver con sus características visibles que con las internas. Así, una nebulosa galáctica podría ser tanto una región HII como una nube oscura o, incluso, una nube molecular. Sería el término más impreciso y estaría más relacionado con esa apariencia ‘nubosa’.

¿Qué pasa con esos (para mí, rarísimos) objetos de materia interestelar?

¡A ver si mirando a fondo se puede aclarar algo!

¿RNO 72 = HHL 43a?

He equiparado estas dos denominaciones para objetos que están descritos así en las dBs del CDS, como ‘objetos de medio interestelar’. Además, ambos tienen coordenadas coincidentes (AR 06 32 00.0 Dec +10 28 00).

¿Qué quiere decir objeto de medio interestelar?¿se señala así a un objeto desconocido que sobresale en el medio interestelar?

Partiendo de las placas fotográficas (alrededor de 2.000) tomadas en el Observatorio Palomar – California, el estadounidense Martin Cohen realizó en 1980 una recopilación de objetos que destacaban por su enrojecimiento, podían tener distintas características: “enrojecimiento extremo en asociación con nebulosidad; ubicación aparentemente dentro de pequeñas nubes oscuras; carácter totalmente nebuloso, amorfo o cometario; ubicación aparentemente en bordes de emisión brillantes o en el foco de arcos de nebulosidad aproximadamente parabólicos; un grupo compacto de estrellas muy rojas aparentemente incrustadas en una nube común”. Cualquier objeto que presentara alguna de estas peculiaridades podía incluirse y, entre los 150 descubiertos, se encuentra RNO 72.

Cohen también realiza un análisis de espectros de 55 de esos objetos entre los que se pueden identificar tipos T Tauri o Herbig-Haro que testifican la actividad de formación estelar. Lamentablemente RNO 72 no es uno de los analizados.

Por su parte, la denominación HHL 43a lleva en el propio nombre el tipo de objeto, Herbig-Haro-Like (de características parecidas o similares a los Herbig-Haro). Lo que se pretendía era ampliar la lista de objetos HH tomando como base, nuevamente, lo obtenido en el observatorio Palomar. Se descubrieron bastantes en el Byurakan Astrophysical Observatory (BAO) que ya conocíamos (ver Fundido a negro )

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Hay que parar un momento para reconocer la importancia de ese sondeo realizado por el Observatorio Palomar (NGS-POSS-National Geographic Society – Palomar Observatory Sky Survey, por su nombre completo) que sigue siendo referente para muchos estudios. Sin ir más lejos, el llevado a cabo recientemente en el CAB-INTA-CSIC que ha permitido comparar el POSS con sondeos más recientes y detectar la ausencia (¿desaparición?) de algunos de los objetos que aparecían en aquel (Solano, Villarroel y Rodrigo, 2022).

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Tengo que quedarme aquí. El HHL 43a no aparece en la lista (Gyulbudaghian, Rodríguez y Mendoza-Torres, 1987). Sí debe estar incluido en una ampliación posterior de dicha lista aunque no he podido comprobarlo. Parece que se mostraba que los objetos HH encontrados formaban parte de asociaciones OB o T (Gyulbudaghian, 1998).

¿Son RNO 72 y HHL 43a objetos distintos?¿Hay algo que los diferencie?

No he encontrado la respuesta y en las dBs del CDS tienen registros diferentes.

Parsamian 13

Es otro de estos objetos de materia interestelar descubiertos entre las fotografías del observatorio Palomar por la astrónoma armenia Elma Parsamian (1965).

Un estudio más exhaustivo desvelaba sus características especiales y lo presentaba como un objeto con dos componentes, ambos posibles T-Tau (TT), más claro en el caso de la componente norte que la sur, que podría tratarse de una estrella más evolucionada. Una imagen extraída de dicho estudio (Cohen et al., 1983)

Intentando desvelar el objeto que ocupa la parte sur, un trabajo posterior parece haber encontrado evidencias de que que no se trata de una estrella evolucionada sino de una en una fase pre-secuencia principal. Aquí el esquema de posición presentado en dicho estudio y la tabla donde se definen al menos tres componentes para el sistema (Smith, 1993).

Me quedo sin poder encontrar comprobaciones posteriores.

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Llegamos al último grupo de objetos que podemos distinguir en la astrofotografía que se había señalado al principio de la serie (ver Pulso interno).

Cambio de perspectiva

En 1947 Viktor Ambartsumian venía a trastocar otro fundamento asentado. El astrónomo armenio parecía estar diciendo algo parecido a: ‘Respetables colegas, hay que cambiar la perspectiva. No es que las estrellas, una vez formadas se agrupan y tiendan a la concentración para formar cúmulos; lo que ocurre es todo lo contrario, tienden a la dispersión, se alejan del punto común en donde surgen’.

Con ello proponía distintos grupos de estrellas que estaban dispersándose de forma conjunta. Habían nacido las ‘asociaciones estelares’.

Se trata de estrellas jóvenes que parecen establecerse en las mismas zonas. Son las asociaciones T (de estrellas T Tauri) y las asociaciones O. Y, aunque no se han podido comprobar las pautas para todas las (posibles) asociaciones, sí se ha hecho con muchas de ellas.

Pero además de definir estas asociaciones por tipo espectral, auguraba que se trataba de fases muy breves (en tiempo galáctico, claro) y que su presencia, junto con esa corta vida, lo que indica es que el proceso de producción estelar está activo. Visto de otro modo, mientras se constaten estos tipos de asociaciones en una galaxia, no se puede dar por finalizado en ella el proceso de formación de estrellas (Lynden-Bell y Gurzadian, 1997).

Como suele pasar, su propuesta no fue aceptada inmediatamente, pero lo cierto es que abrió nuevas vías a la investigación.

No se pueden mencionar todos los estudios que se originaron, y todavía continúan, a partir de entonces, solo mencionaré uno que me ha llamado la atención. Es uno de los pioneros que, por su representación gráfica, ayuda a comprender el método utilizado. Se trata del realizado por Bart Jan Bok y Campbell M. Wade en 1955. En él se trataba de comprobar la concurrencia de estrellas tipo W, O, B0 y B1 en regiones HII. El estudio se centraba en el hemisferio sur con la idea de completar el realizado el año anterior del hemisferio norte. Éste había sido elaborado por Grigori Abramovich Shajn y V. Th. Hase pero no he podido encontrar la referencia.


Llama la atención, destacado en rojo, lo que parece mayor correspondencia entre las estrellas de tipo W y de tipo O con zonas de HII. En cian, todas las presentes en una misma zona HII.

Asociaciones R

Una vez fijada la atención en las asociaciones, es lógico el descubrimiento de nuevos tipos de agrupaciones.

Antes, ¿qué diferencia un cúmulo de una asociación?

En un cúmulo, sea abierto o globular, la relación (unión) se establece por la gravedad. No así en el caso de asociaciones. En ellas el vínculo es mucho más flexible. Nacidas en un mismo lugar, las estrellas de una asociación no han tenido tiempo de separarse (¿algo que ver con las estrellas fugitivas?).

Se cree que el mayor porcentaje de formación estelar tiene lugar en forma de asociaciones (alrededor del 90%) y que, según el tipo de éstas, las estrellas resultantes serán más o menos masivas.

Las asociaciones T están principalmente constituidas con estrellas T Tauri. Son estrellas relativamente frías, recién formadas y de baja masa (3 o menos masas solares) que todavía están en proceso de contracción.

Las asociaciones OB están formadas en su mayor parte por estrellas muy jóvenes y masivas (entre 10 y 50 masas solares de media) de los tipos espectrales O y B, de gran luminosidad y que, en muchos casos, tienen cerca de su centro un cúmulo abierto.

Y llegamos a un último (?) tipo, las asociaciones R. Propuestas por Sidney van den Bergh (1966), están formadas por estrellas jóvenes y brillantes de masa intermedia (de 3 a 10 masas solares). Las estrellas de este tipo de asociaciones están rodeadas de manchas de polvo que reflejan y absorben la luz de las nebulosas, por lo que estas se denominan a veces nebulosas de reflexión. De ahí la R.

NAME Mon R1

Y aquí nos encontramos, precisamente, con una de estas asociaciones R donde deberían concentrarse distintas nebulosas de reflexión. Nada mejor que observarlo:

Existen dos pares de nebulosas que difieren muy poco en sus coordenadas. Por un lado GN 06.29.0 y DG 106 y por otro, GN 06.30.3 y NGC 2247. Como proceden de distintas listas podría ocurrir, como en otras ocasiones, que se hayan mantenido como objetos independientes en las dBs del CDS pero que no esté clara su distinción.

Esta vez resisto la tentación y no trato de averiguarlo.

Para no hacer esto interminable, tampoco me pararé en las dos grandes nebulosas de reflexión; NGC 2245 y NGC 2247… para mejor ocasión.

NAME NGC 2245 Stellar Group

No puedo dejar pasar este objeto y es que me resultan contradictorias algunas denominaciones. Supongo que iré aclarándo(me)las. De momento aquí tengo otra: una agrupación estelar que resulta ser un cúmulo (¿ligado?).

No encuentro la explicación. La única referencia bibliográfica data de 2003 y es una recopilación de ‘cúmulos y grupos estelares’ detectados en infrarrojo (Bica, Dutra y Barbuy, 2003).

Menos mal que siempre nos quedará, si no París, una visita al infrarrojo.

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LDN 1609

Tengo que volver un momento a la nube molecular NAME Mon I. Sus primeras denominaciones tenían más que ver con una asociación de tipo OB (Mon OB1), sin embargo no parece que se haya estudiado (o podido estudiar) muy a fondo así que no hay mucho más que decir. Esperemos que en la nueva era del JWST tengamos más noticias.

Tampoco está definida la pertenencia de la nebulosa oscura LDN 1609, pero no he querido dejar pasar la oportunidad de señalarla en nuestra foto.

Se me había quedado pendiente en la primera entrada de esta serie (ver Pulso interno) una zona muy brillante en infrarrojo del Akari que quedaba por entre medias de los cúmulos Collinder 95 y NGC 2264. Por fin he podido identificarla y, aunque no voy a extenderme más, quiero tenerla localizada para posibles futuras entradas. Se trata de LDN 1608 … ¡desvelado el misterio!

Un perfecto final para esta entrada.

Más perfecto todavía. Me hacían llegar hace poco un chiste fácil: tanto pulso ¿no esconderá un púlsar? … pues sí, ahí está: PSR J0631+10 (AR 06 31 27.369 Dec +10 37 05.63). Tampoco puedo resistirme a un chiste fácil.

Destaco otro dato que me ha llamado la atención. Se trata de la cefeida clásica OGLE GD-CEP-42 (AR 06 30 42.663 Dec +09 44 50.613). En su registro se le reconocen 3 medidas de distancia, dos obtenidas por paralaje y una precisamente por cefeida. Las dos primeras, tomadas en 2020 y en 2018 proporcionan distancias en similar rango (712,7 pc y 632,6 pc respectivamente). La tercera en cambio, se aleja mucho (9667 pc) ¿quiere esto decir que las cefeidas como base para la medida de distancia han resultado no fiables?¿en todos los casos?

Tendré que mirarlo con más calma.

¿Pero qué digo? se me olvidaba, ¡nadie es perfecto! Así que me dejaré arrastrar un poco más por la curiosidad … es que ha sido una semana llena de noticias interesantes.

Se amplía la colección

Una estrella escapista …¡hay que dejarlo todo!

Y encima están por medio binarias y nubes oscuras.

Ríete tú de París. Esto sí que es una fiesta. (¡Hay que ver lo que da de sí París!)

Una nueva adquisición para mí, es otro ‘grado’ de escape: runaway, walkaway y … ¡wandering!.

Se la ha localizado en constelación de Serpens (cerca de η Ser), dentro de la nube oscura LDN 483, donde parece que ha llegado habiendo surgido en un lugar distinto.

Ha llegado y parece que ha encontrado las condiciones para desarrollar otro protoposible, una protobinaria. Y ya me callo. Mejor que quien tenga interés lea el artículo que acaba de aparecer (Cox, 2022)

Salgo corriendo a la calle para localizarla. Se me olvidaba, las estrellas que veo son de neón (o LED).

Sin embargo, me es imposible dejar pasar la oportunidad para echar un vistazo en medio de esa negrura. De nuevo un ejemplo de lo que se oculta detrás de esas nubes de las que hablamos en la entrada anterior (ver Pulso interno (cont.)). Una imagen de esta estrella errante recién localizada que parece estar formando un sistema binario.

Voy de sorpresa en sorpresa. Espero que lo disfrutéis igual que yo.

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Organismos

Centre de Données astronomiques de Strasbourg [https://cds.u-strasbg.fr/]

ESA [https://cosmos.esa.int/]

NASA [https://www.nasa.gov/]

Bases de datos

Aladin Sky Atlas [https://aladin.cds.unistra.fr/AladinLite/]

Cornell University- ArXiv [https://arxiv.org/]

IRSA https://irsa.ipac.caltech.edu/

SAO/NASA Astrophysics Data System (ADS) [https://ui.adsabs.harvard.edu/]

SIMBAD Astronomic Database [http://simbad.cds.unistra.fr/simbad/]

Otros recursos

IATE-European Union terminology [https://iate.europa.eu/]

SEA- Sociedad Española de Astronomía [https://www.sea-astronomia.es/glosario]

Wikipedia [https://es.wikipedia.org/]

Referencias

Bica, E., Dutra, C. M., and Barbuy, B., “A Catalogue of infrared star clusters and stellar groups”, Astronomy and Astrophysics, vol. 397, pp. 177–180, 2003. doi:10.1051/0004-6361:20021479.

Bok, B. J. and Wade, C. M., “Association of O-B Stars and H(II) Regions in the Southern Hemisphere”, Publications of the Astronomical Society of the Pacific, vol. 67, no. 395, p. 103, 1955. doi:10.1086/126774.

Britannica, The Editors of Encyclopaedia. «stellar association». Encyclopedia Britannica, 10 Feb. 2011, https://www.britannica.com/science/stellar-association. Accessed 30 May 2022.

Cohen, M., “Red and nebulous objects in dark clouds : a survey.”, The Astronomical Journal, vol. 85, pp. 29–35, 1980. doi:10.1086/112630.

Cohen, M., Aitken, D. K., Roche, P. F., and Williams, P. M., “The unique cometary nebula Parsamian 13.”, The Astrophysical Journal, vol. 273, pp. 624–632, 1983. doi:10.1086/161396.

Cox, E. G., “The Twisted Magnetic Field of the Protobinary L483”, arXiv e-prints, 2022.

Gyulbudaghian, A. L., “Nonsteady objects associated with star-forming regions. Relationship to stellar associations, infrared sources, and water masers.”, Astrophysics, vol. 41, no. 4, pp. 382–391, 1998. doi:10.1007/BF02894665. [no accesible]

Gyulbudaghian, A. L., Gyul’Budagyan, A. L., Rodríguez, L. F., and Mendoza-Torres, E., “Three new H<SUB>2</SUB>O masers located near Herbig-Haro-like nebulosities.”, Revista Mexicana de Astronomia y Astrofisica, vol. 15, pp. 53–57, 1987.

Lydon-Staley, David & Zhou, Dale & Blevins, Ann & Zurn, Perry & Bassett, Danielle. (2021). Hunters, busybodies and the knowledge network building associated with deprivation curiosity. Nature Human Behaviour. 5. 1-10. 10.1038/s41562-020-00985-7. [no accesible]

Lynden-Bell, D. and Gurzadian, V., “Victor Amazaspovich Ambartsumian (18 September 1908 – 12 August 1996).”, Astronomy and Geophysics, vol. 38, no. 2, p. 37, 1997. [no accesible]

Parsamian, E. S., “Catalogue of cometary nebulae discovered on Palomar maps.”, Izvestiya Akademiya Nauk Armyanskoi, vol. 18, pp. 146–148, 1965.

Pon, A., Johnstone, D., and Heitsch, F., “Modes of Star Formation in Finite Molecular Clouds”, The Astrophysical Journal, vol. 740, no. 2, 2011. doi:10.1088/0004-637X/740/2/88.

Pon, A. R., “Shocks, Superbubbles, and Filaments: Investigations into Large Scale Gas Motions in Giant Molecular Clouds”, PhDT, 2013. [no accesible]

Smith, R. G., “The dust around the cometary nebula Parsamian 13S.”, Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, vol. 264, pp. 587–592, 1993. doi:10.1093/mnras/264.3.587.

Solano, E., Villarroel, B., and Rodrigo, C., “Discovering vanishing objects in POSS I red images using the Virtual Observatory”, arXiv e-prints, 2022.

van den Bergh, S., “A study of reflection nebulae.”, The Astronomical Journal, vol. 71, pp. 990–998, 1966. doi:10.1086/109995.

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